Aquà estoy,
escribiendo sobre la manera en la que me haces pensar, decir y hacer cosas.
Eres privilegiado, lo tienes todo en tus manos.
Y vienes a mi
por una caricia,
sin mentiras,
sin llegar completamente.
Puede que me sepa el mapa astral que se va dibujando en tu cuello y baja por tu pecho y abdomen paseándose por tu espalda y jugueteando más abajo formando una espiral, hasta llegar a tus piernas que parecen gloria. Que quiero tener.
Y siento que te tengo a mi alcance,
justo para poder besarte cada martes
y durante el fin de semana, sin pausas.
Me miras dulce y lejano, como al otro lado del palacio.
Te acercas tanto
y sin tocarme, me revives.
Haces que el dolor pare.
Las mejillas se cansan por sonreÃrte.
Préstame atención.
Los brazos abiertos quieren sentir tu cuerpo aún pasando el tiempo.
Tu cuerpo fuerte y grueso.
Tus hombros perfectos y ese abdomen de ensueño.
Tus mejillas rozándome, tus manos creándome desde tus sueños,
delineando suavemente el espacio en el que debemos estar
con la luz que otorga el sol de primavera a través de los cristales de algún departamento en BerlÃn.
Y, recostada en la bañera, esperando que vengas, pienso en todas las cosas que han pasado y han forjado este andar, viajar por el mundo sólo para mirar.