Que me contestes como si no te importara. Y siento como que sà lo perdà todo con mi mal pedo, pero no lo entiendo.
Que pasen los dÃas y los meses y no pueda llamarte diferente a todos los seres.
Que seas único para mÃ.
Que no pueda entender todo lo que dices, que no me comprendas con las luces apagadas.
Que me hagas sudar y temblar, correr largas distancias por irte a besar.
Y llorar.
Bebé, no es tu pedo,
y quisiera que nunca lo sepas pero es el momento.
No sé si puedo.
Me encanta llegar a ti,
entrar a escondidas a veces, por la puerta trasera.
Besarte,
tomarte,
encender las luces.
Ganar.
Que juguemos sin reglas, sin argumentos, sin momentos, y me veas a los ojos y yo me crea que hay algo nuevo.
Que seamos los mismos de antes, que no se atreven a decir no.
Que no digas que no.
Que no digas que si.
Que en las noches más oscuras estés ahà conmigo y no me dejes besarte, que en las tardes más bellas aparezcas opacando al sol y te vayas sin mirar atrás.
Que no me eleves un poco, ni pueda ver esas estrellas semitransparentes cuando tus labios hacen poesÃa, porque no me llamas por mi nombre desde hace ya mucho. Y eso es mejor que escuchar cualquier cosa.
Que te pierdo un poco más vagando en calles desconocidas donde todo me recuerda a ti pero no logro verte, alcanzarte, explicarte.
Que no soy valiente, o fuerte, o sabia. Ni siquiera interesante. Y que podrÃa intentar curarte.
Que, lo voy a decir, ya es tarde.
Yo te amo.
Que te traicioné muchas veces fingiendo, alejándome, mintiendo, guardando sentimientos.
Que me traiciono cada vez que intento hacernos creer que ésto es un juego, que no siento.
Que no sé si quiero acabar ésto, si quiero seguirlo, si algún dÃa voy a saberlo, y si sabiéndolo voy a decirlo.
Que podrÃa haberlo dicho todo algún dÃa, de esos muy muy lejanos que recuerdo con colores cálidos, con esa flama duradera que parecÃa interminable y no lo fue, cuando todo se estaba acomodando perfecta y dulcemente, sutilmente, tanto que lo ignore.
Que te perdà probablemente por mis errores y omisiones, que aunque pudo ser un paso que tu diste en otra dirección no puedo no echarme la culpa de no contarte lo que habÃa.
Un dÃa estaba de pie esperándote. El sol se habÃa ido y en su lugar la luna iluminaba mis pies, querÃa dártelo todo, no sólo un beso.
Y eso es lo que más me enoja.
El aire venÃa haciendo remolinos con bugambilias magenta,
tenÃa un saco negro cubriendo la espalda desnuda que querÃa que tocaras.
Y yo puse una barrera en medio de no sé quién, que nos lastimó tantas veces, y sin embargo disfrutamos cada vez.
Pero ésta es la última, mi amor. Te lo voy a contar todo, jurando que lo habÃa callado por no perderte, arriesgando hoy todo por tenerte aunque sea solo un poco.