Te escribà una carta, corazón. Diciendo que siempre no, que no podÃa traicionarme y que no era lo mejor.
Debà estar en los momentos más cuerdos de mi vida, y, al mismo tiempo, en los más pendejos.
Ahora que nos vimos pude decir lo que siempre, lo que siento.
No estás lejos y no te alejas ni dos pasos porque no es lo correcto.
Somos uno.
Somos vicio y destino, somos carne y fuego, somos amigos y amantes, somos nada y me encanta.
Siempre me gusta pensar en lo que no debo hacer y decirme que lo mejor es hacer tal cosa, aunque la segunda voz en mi cabeza, que es la más sincera, dice otra cosa.
Hay un debate en mi mente que se revuelve en un simple triángulo en el que ninguna esquina gana, ningún ángulo decide. En el que siempre alguien pierde.
La carta era muy larga y estúpida, realmente no decÃa nada, y nada dejaba en claro mi sentir.
Siempre nos imaginé asÃ, aunque en esos destellos todo era más bonito y obviamente nada dolÃa ni un poco, ni siquiera era difÃcil y no importaba mucho.
Pero ahora aquÃ...
Estás tragándote mis sentimientos, estás consumiéndome de a poco y voy perdiendo. Vamos perdiendo algo.
Sé que podrÃa hacer cualquier cosa por poder hablar contigo cada noche. Que podrÃa esperar semanas enteras para escuchar tu voz serena. Que podrÃa comprar una empresa y quedarme sin nada, dártelo todo a ti.
Tú sabes.
No te vayas aunque duele tenerte.
No te vayas porque no sé vivir sin tenerte.