Consecuencias que me puedan arruinar
- Brenda Venegas
- 16 nov 2020
- 2 Min. de lectura
Es sumamente extraña la forma en que suelo buscarte sin atreverme a hablarte,
es estúpido que siga deseando ver tu cara y cuando estamos cerca corra asustada
y es obvio que también has corrido para no tenerme cerca,
es patético pensarte, si lo único que compartimos fueron algunos viajes y un susto.
Esta tarde me sorprendí imaginando si ha cambiado tu cara,
si un "mi amor" sigue siendo tan tentador,
o si después de mí, la primera volvió o ya han pasado un montón.
Descubrí que hiciste que algo cambiara en mí,
que me enseñaste cosas que solo tu me podrías haber enseñado,
que es horrible seguirte buscando...
Que aveces... que aun me haces daño.
Contigo entendí que es ilógico mezclar sentimientos en relaciones que van en círculos,
que no debes decir "te quiero" hasta buscar un diccionario y entenderlo, entrar en la mente del otro y descubrir su juego,
entendí que las niñitas cursis cansan y que los señores las prefieren locas,
locas, pero no enfadosas.
Conocí diferentes caminos para llegar al mismo lugar,
descubrí la fuerza de un par de palabras
y entendí qué pasa con las miradas que matan...
Tus ojos! ahí descubrí los opuestos extremos, el principio y el final de un cuento, toda la dulzura, pasando por la locura, la lujuria, la preocupación, la satisfacción, la adicción, la burla, la mentira, la indiferencia, hasta llegar a tu amenaza.
Desde el comienzo supiste que con solo una mirada podías hacer cualquier cosa, detenerme antes de escapar, hacerme retroceder, hacerme sentir en confianza, feliz, en paz, incluso excitada, que lograbas que te respondiera, que dijera que sí siempre, que podías lastimarme, hacerme sentir estúpida, herida, insultada, amenazada y supe desde la última profunda mirada que a partir de ahí todo iba a dolerme, que no tenia que preocuparme, que el daño corría por tu cuenta.
Hoy me di cuenta de que es difícil superar momentos que en ese entonces creí absurdos y vanos,
que quizá hubiera querido que durara más,
pensar menos y sentir más.
Que sigue siendo estúpido querer verte porque ya no quiero estar a tu lado,
que parezco la niñita chillona inmadura que nunca te gusto,
que parece más que obvio que ya no deseas volver conmigo
y que yo tampoco, pero unas veces he deseado encontrarte
la mayoría no quiero que estemos tan cerca,
te tengo miedo,
y tengo miedo de lo que yo acabe diciendo,
de lo que pueda sentir,
y de las consecuencias que me puedan arruinar,
de no poderte soportar, de escuchar algo que me duela
casi igual que tu mirada.

Y ese miedo es tan estúpido que a veces también quiere tenerte cerca de nuevo.
Sentí tu mirada a lo lejos,
y ahora no puedo dejar de pensarte,
mire tus ojos un momento
y ahora te estoy escribiendo.
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