No me cansaba de decir que no querÃa, que no podÃa, que no debÃa.
Cuando llegó el momento salà corriendo. Huir sonaba a la solución. Escapar era la única opción.
Basarnos sobre el sillón.
No habÃa entrado ahÃ. Después de años todo parecÃa familiar, la casa, la puerta, la cocina, su andar.
Caminaba por la calle con el celular en la mano.
Naranja.
Deliciosa.
Quise decirle lo sexy que se veÃa, quise besarlo, colorearlo, absorber su luz.
Caminaba y dominaba al mundo.
Mi mundo.
Y recordamos todo de a poco, recordamos algo y me supo a dolor.
No podrÃa no doler. Duele siempre pero es tan hermoso...
No puedo dejarlo, no puedo olvidarlo no puedo seguir jugando. Sé que lo palpito, lo creo, lo vivo y lo deshago.
No podÃa.
Lo estuve pensando y se me hizo largo, recorrà el camino y me dió para pensarlo despacio.
Aunque no pensé nada.
No debÃa.
Pero fui allÃ. Lo miré, detenida, discreta, profundamente. Lo saboreé, lo besé, me hundà en él. Le quité su luz, me quito lo más claro y volvió a brillar, me quitó el sueño, me quitó el miedo.
Y aunque no querÃa. Quiero más.