Pensamientos mientras me baño. Cuidarme.
- Brenda Venegas
- 25 nov 2020
- 2 Min. de lectura
Fui al doctor. Era mujer.
Me preguntó a qué iba y me hizo un chequeo y preguntas de rutina, supongo. Me mandó medicamento y estudios, pero me dijo algo que resuena en mi cabeza:
"Tu cuerpo aguanta mucho, pero hay que cuidarlo."
Y tiene toda la razón.
He estado, por años, tratando de complacer a todos.
Que haga, que ayude, que apoye, que ofrezca, que enflaque, que engorde, que madure, que me lo tome con calma, que me apure, que lo dé todo, que trabaje más, que aporte, que supere... Todo, sin importar si estoy bien: feliz y sana.
Y cuando intento hacer lo mejor para mí, me encuentro con barreras, con muchos "pero", con personas que no me entienden y me descalifican...
No todas las personas nos hemos acostumbrado a decir "no", menos las mujeres. No todas las personas aceptan un "no" y creo que no aceptar el "no" es algo socialmente aceptado. Y no debería ser así!
Deberíamos ser más libres y seríamos más felices, y por supuesto, sanos.
Me ha costado trabajo, pero me esfuerzo y me obligo a mi misma a poner límites para estar mentalmente en paz.
La meditación me ha hecho ponerme en primer lugar, pero a veces, las mismas obligaciones me hacen moverla a un lugar opcional que termina por desaparecer.
El yoga me ha ayudado a conectar con mi cuerpo y pedirle perdón.
Trabajar un curso de herramientas energéticas me hizo aprender a agradecer. A mi cuerpo, principalmente, por todo lo que hace por mí, por cumplirme esa loca desesperación de crecer, madurar, ser feliz, viajar, aprender, independizarme y ser exitosa.
Escuchar podcast (suena a cliché) me ayudó a comprender después de tanto, que las personas te fallan porque esperas mucho de ellas. Y a intentar armar un lugar donde lo que yo pienso y siento es lo único importante.
Hace más de un año comencé terapia psicológica y creí que iba a sanar una cosa pero surgieron más y más pendientes emocionales. Es como que vas construyendo una torre, y se cae, y se vuelve a caer cuando ya casi la acabas, y vuelves a empezar, y luego ves que faltan piezas, y hay que buscarlas, y empezar de nuevo, y parece que la torre nunca está completa, pero adentro, el corazón va sintiéndose mejor.
Mi cabeza quiere explotar aún, a veces, con todo lo que me pasa, porque la ansiedad no se quita sola, y es un pedo tratar de hacerlo todo tan perfecto como tu cabeza lo imagina, y fallarte, y entrar en crisis. Y que nadie lo entienda.
Sé que soy joven, pero ya me duele la espalda después del embarazo, me tiembla el ojo cuando el estrés me supera, y me descubro a veces mordiendo la lengua inconscientemente.
¿Es difícil? Por supuesto.
Es un reto, y sé que soy capaz, pero a veces me gustaría que los demás lo entendieran. Que alguien cargue con mis penas un solo día, y descansar.
Y curarme.
Y que todo sea fácil.
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