ULTRAMAR

Quería salir corriendo de ahí.

Por primera vez en nuestra historia no quería escucharte hablar.

Quise poner pausa y que después se volviera un alto, y poder comprenderlo, que me quedara claro.

No pude decirle nada, ya nada tenía sentido si es que algún día lo tuvo.

Él lo supo y también calló, prendió el cigarro y salió.

Justo ahora quiero decirle tantas cosas que van a seguir guardadas porque el momento se esfumó, pero no podía ni respirar, mucho menos hablar...

Hace unos días pensé en lo maravilloso que es tener a un especial y él lo tiene, por eso soy incapaz de odiar.

Pude correr, corrí hasta que las lágrimas empezaron a brotar y la respiración no dió para más.

Y luego perdí.

Todo.

Como una especie de dolor predecido pude exactamente ver dónde dolía y el color del dolor.

Sentí el agua fría caer en mi espalda mientras besaba mis rodillas y el mundo se silencío.

Desperté a medio amanecer con el aire frío que inundaba mi espalda haciéndola doler. Ví el cielo y sus colores rosas anaranjados aún acostada y con los ojos rojos contraste.

Llegó un momento en el que el dolor era tanto que ya no supe de dónde venía ni cómo afrontarlo, me deje caer. Seguí andando, hablando, riéndo, comiendo, escribiendo, pero jamás algo había dolido tanto. La Brenda real se apagó.

Te quiero.

No volví mi mirada atrás, me quedé con tu pecho en mis memorias.