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  • Foto del escritorBrenda Venegas

Viernes

Es súper estúpido que te tenga enfrente y no pueda decirte todo lo que está mal dentro de mi.

No puedo porque no quiero perder.

No quiero porque es mejor pasar de largo.

No siento nada alrededor cuando no estás. No miento.

No tomas mi mano.

Duele. No tengo aliento.

El mar tranquilo se convierte en una guerra perdida.

Veo que te vas, te alejas lentamente y tu adiós salpica quemando.

Y te quedas quieto,

sabes regresar y lo amo, te amo.

Vienes con la fuerza de mil caballos,

lo más rápido que se puede. Vienes,

y esos momentos en los que te veo acercarte a mi son los mejores,

siento que me quemo, que me derrito, que algo en mí va saliendo,

que todo alrededor es nada, que nací para este momento.


Vienes y el frío se va, porque en su lugar sólo hay paz.

Y el tiempo vuela como loco, y maldigo a la noche porque no quiero dejar de hacerlo.


Verte, y sentir que las mejillas se cansan de que ésta boca sonría como idiota,

y sentir el cuerpo suave,

fresco y dispuesto,

moldeable.


Olerte, y sentir como los vellos de mis brazos están alerta,

y sentir cómo el aroma va impregnándose en mi piel

como invadiendo mi ser.


Sentirte, y dejar de sentir el piso, la brisa que canta entre los árboles,

los ruidos y percances.

Vienes y mi estómago se revuelve, hay fiesta en mi ser,

mis manos tiemblan levemente,

y este cuerpo entra en una dimensión extraña en la que se siente partículas sueltas.


Los segundos del preciso momento.

Suaves.


Pero no tardas. Te vas rápido, como vienes.

Y duele.


Las lágrimas caen sin aviso,

pero se congelan pronto tratando de recordar tu mirada y el tono de tu voz,

y ahí quedan por algunos días. Como queda el sabor de tus besos

impregnado hasta en el cerebro.


Puedo hacer tanto con tus besos que me impresiona.

Son aire, que me permite seguir,

y se vuelven memorias que necesito escribir.

De pronto lo son todo.

Pero un día,

el más fatal,

desaparecen,

se van.


Y comprendo más que nunca que te necesito a ti.

Tus reclamos, tus chistes, tus gestos,

tu mano llenando mi alma.

Y lo arriesgo todo,

y te llamo. Te amo.

Pero eso no vas a saberlo pronto,

está guardado.


Y cuando te vea, voy a besarte, tocar tu cuello, colgarme de ti, mirarte hacia arriba y sonreír como idiota.

Deseando que algún día te des cuenta de lo que calla mi boca.

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